Las calles de las poblaciones pueden estar bien y sólidamente empedradas con acera
embaldosada o enlosada, longitudinal y transversal en los puntos donde
fuere necesario así para la comodidad de los habitantes como para
facilidad de la limpieza. El empedrado y el asfaltado después opone un
obstáculo a las reacciones recíprocas de la atmósfera y del suelo.
Constituye la condición primera de la limpieza de las calles las cuales,
sin ella, presentarían una superficie pantanosa. Facilita la limpieza
de las calles y plazas, el escurrimiento de las aguas, etc.
El empedrado, tanto para los caminos como para las calles, puede ser de mármol, de piedras silíceas más o menos voluminosas y labradas o no, de guijo o guijarros, de escombros o cascajo, de ladrillo, como era el empedrado de Venecia, de lava, material de que se sirvieron los romanos para empedrar sus caminos y que se siguió empleando en Nápoles y en Florencia, etc.
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